Ustéd sabe que la quiero; que aunque le falté el respeto un par de veces la quiero y que si lo hice, fue porque ustéd no era especialmente ejemplar conmigo. Seamos sinceras, pero ustéd fue la que me descubrió, la que se dio cuenta que yo podía entonar una nota y que además de todo me gustaba.
Ustéd, fue la que me abrió los ojos y me dejo ver que tenía que hacer algo, que no podía seguir en ese círculo de cigarrillo trás cigarrillos, trago trás trago con el simple propósito de no buscarle propósito a las cosas. Ustéd no me tiro al agua porque no se le dio la gana, pero me mostro que la cosa no es fácil.
Me bajo los ánimos, pero creo que sabía perfectamente lo que hacía, porque mientras más me decía las cosas más contrariamente actuaba yo. Nunca pude escuchar sus comentarios sin juzgarlos, descuartizarlos y obsesionarme con ellos.
Probablemente ustéd no se recuerde. Durante esos días en que me estaba ayudando a estudiar y nos regañabamos mutuamente, yo le conté de un músico y ustéd no hizo más que advertirme que los hombres no saben ser buenos hombres cuando toman ese camino, pero hoy estoy ante uno. Como siempre tomaré ese riesgo que ustéd quiere que yo ni mire, le mostraré que hasta un músico puede enamorarse pérdidamente de su niña favorita.
Gracias por llevarle la contraria a todas las cosas que quiero y a la vez ser la misma energia, porque es por ustéd que hoy canto.
martes, 6 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario